jueves

documentos fantasma

el pan se fue al carajo, no solo venía pasado de levado, anoche lo formé y me lo olvidé afuera y lo tuve que tirar. no me dio la cabeza para hacer el pan fuera de la rutina.

y hoy me desperté una hora más tarde y soñé de seis a siete que una patrona muy malvada me hacía limpiar una cocina y debía quedarme después de hora.
cuántas veces se queda la gente después de hora del trabajo. eso lo aborrezco.

Todo esto no podría ser más superficial...

Dos amigas ya me han dicho esta frase: espero que no me critiques así adelante de otros amigos.
Respuesta: no, nunca.
Y tal vez sea mentira, pero esperen, no es lo que ustedes creen.
no me tomo tan a pecho los defectos de mis amigos, a veces hasta sus defectos me parecen sorprendentes y divertidos, casi anecdóticos y los comento. pero tampoco andaré por el mundo contando nuestras intimidades, obviamente.

pero bueno, hay muchas formas de ser, hay gente que nunca habla mal de otros, y otros que se lo pasan criticando. pero ojo. hay muchos que nunca hablan mal de otros y cuando escuchan a los que se lo pasan criticando se cagan de risa.

lo que decididamente no me gusta es que si estamos en un grupo, por ejemplo en la escuela secundaria o en el club, una persona hable mal de un amigo al que los dos le veremos la cara en breve. entonces me muero cuando lo vea, no me da la cara, porque es como si al escuchar su critica me hiciera cómplice y es como haber compartido una terrible traición. en ese caso lo mejor es meterse en la duchao directamente pedir cordura.

una vez, una chica me pareció simpática, y después me dijeron que era una falsa y una engreída, luego la volví a ver y ella se mostró simpática, pero me pareció demasiado simpática y no le di bolilla, luego me di cuenta de que estaba llena de rencor -en sus estados de facebook- y los alternaba con frases donde decía sentirse colmada de felicidad, entonces comprobé que tenía una doble personalidad, o estos altibajos de alegría y depresión, y en resumen me di cuenta de que la chica estaba medio mal de la cabeza. Así logré justificar que una amiga muy bondadosa y discreta se hubiera despachado de una manera casi grosera sobre ella.


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