Atrás de las totoras aterrizó el conejito, de cabeza. Flup, se hundió en el agua. Sus orejas rosa aparecieron entre las ramas. Antenas impermeables, no le sirven para nadar. El conejo mira a su alrededor con ojo desorbitado. Se pone bizco en su esfuerzo por Comprender.
Se me mojó el Pompón. ¿Qué hago acá? En el sentido de: cómo salir... Mejor acá y no en el medio del bosque, donde un perro lanudo me quiere masticar...
Las aletas de la nariz del conejo se dilatan, señal de que está planeando alguna estrategia.
El conejo quiere saltar. Detesta el agua.
!Ayuda! Alguien sáqueme de aquí, piensa. Se levanta un viento, las totoras se agitan. El conejo flota de una forma misteriosa y empieza a moverse en círculo como una bolsa de plástico. Como la onda del agua, va haciendo redondeles que lo alejan de la orilla. !Auxilio!
En un momento la corriente lo lleva a unas piedras donde hace pie. Pero resbala. Resbalarme yo. Nunca visto.
Allá a lo lejos viene el perro lanudo, acompañado de un ser embarazado envuelto en una tela amarilla. El perro lanudo corre al lado de la embarazada.
Ya me olvidó. Esta es la mía.
Chichen Itzá
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Soñaste que subías
la pirámide más alta
de Chichen Itzá
una noche de luna llena
y en lo alto el paisaje
dejaba de tener un vestigio
de real...
Hace 5 horas
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