Sale el cuento Topa Topa en el catálogo de esta muestra, allá los artistas muestran cosas que hicieron de chicos y cada uno escribió un texto para la obra, yo sobre este cuadro de Becú,
Topa Topa, la ovejita rebelde
Había una vez, en el País de los Enanos, una ovejita negra llamada Topa Topa.
Topa Topa vivía en la Montaña Puntiaguda, una montaña que tenía un pico tan finito que nadie, ni siquiera el más chiquito de los enanitos, podía pisarlo.
Es que cada año, un tornado misterioso daba vueltas alrededor de la montaña y le daba al pico la forma tan fina de una aguja.
Muchos enanos intentaron pisar el pico de la Montaña Puntiaguda, pero ninguno lo logró. Trepaban y trepaban, y cuando llegaban arriba de todo, por más que intentaban hacer equilibrio, se caían rodando por la montaña, como una bola de nieve.
Topa Topa era la menos de tres hermanas, y vivía con sus padres en la granja del Señor Enano. Las hermanas de Topa Topa eran muy envidiosas, porque la lana de Topa Topa era larga y suave como el algodón, y la de sus hermanas era corta, áspera y sucia. Por eso, desde chica, siempre le hacían este comentario: Topa Topa, vos sos muy chiquitita, nunca vas a crecer y ser grande como nosotras. Topa Topa se ponía tan furiosa que corría a sus hermanas y les daba topetazos. Pero eso era peor, porque su madre la retaba, diciéndole: “las chicas no dan topetazos”. ¡Tenés que quedarte tranquila!” Y por eso sus hermanas le decían Topadora, y así todas las ovejas le empezaron a decir a llamarla Topa Topa. Pero a ella no le importaba que le dijeran así, porque le encantaba dar topetazos.
Un dí¬a, el señor Enano se despertó y dijo:
-No tenemos más lana. Ha llegado la hora de la esquila. Pronto hará mucho frío, y no tendremos con qué abrigarnos. Necesitamos pulóveres, bufandas, guantes, medias, gorros… y hasta, por qué no, unas polleras para nuestras mujeres e hijas.
Las hermanas de Topa Topa se rieron mucho al escuchar la noticia.
-A partir de mañana, ya no tendrás más tu preciosa lana, le dijeron. ¡Te la van a cortar!
Topa Topa bajó los ojos y miró el piso, que se estaba cubriendo de hojas amarillas … Hmmm, pensó. Soy demasiado chiquitita para dar topetazos al Señor Enano…Tengo que escaparme esta misma noche. Subiré a la montaña, bien alto. Y cuando pasen unos días, bajaré, entonces todos estarán tan contentos de verme que no querrán esquilarme.
Y así, cuando el sol empezó a esconderse atrás de las montañas, y todos se fueron a dormir, Topa Topa empezó a caminar. A ella le encantaba trepar. Iba daba saltitos de alegría, una pirueta por aquí, otra pirueta por allá…. Se entretuvo dando topetazos a los árboles, y caían muchas hojas, como una lluvia de colores que le adornaba la cabeza. Era Luna llena, y la noche estaba tranquila, casi sin viento.
A medida que subía, Topa Topa sintió frío, pero sólo en el hocico, porque su lana era tan abundante y larga y enrulada que era como si nada.
-No subas sola la montaña, si no querés encontrarte con un lobo que te comerá, le decía siempre su madre.
No tengo miedo, pensaba Topa Topa. Yo nunca vi un lobo. Y si veo un lobo, me escondo. Y si me escondo no me va a ver. Y si no me ve, no me va a comer.
Y cada tanto se escondía atrás de un arbusto y espiaba por las dudas.
Así pasó toda la noche, y estaba rendida cuando llegó al pico de la montaña Puntiaguda. He llegado al pico muy rápido, pensó con orgullo. Soy la ovejita más veloz de todas… ¡Nadie podrá esquilarme, porque estoy alto, muy alto! Y dicen que nadie ha podido mantenerse en pie en este pico de la montaña. Pero estoy segura de que yo sí puedo hacerlo…
-Topa Topa, nunca subas al Pico de la Montaña. ¡Es muy peligroso, porque perderías el equilibrio, y te caerías rodando por la Montaña!, le decía siempre su madre.
Hmmmm… pensó Topa Topa. Debo reflexionar. Si subo al pico y me caigo, volveré rodando hacia donde está el Señor Enano, y me atrapará y esquilará. Es mejor esperar. Me acostaré por acá, y si me duermo, no voy a estar aburrida. Y si no estoy aburrida, el sol llegará pronto.
Así hizo Topa Topa, se acostó, miró la luna y esperó el sueño. Y al final se durmió.
Pronto salió el sol, y un viento furibundo se desató.
Topa Topa se despertó sobresaltada. ¿Qué es esto? Sintió un cosquilleo por todo el cuerpo. ¿De dónde viene este viento? ¿Acaso el viento es más fuerte arriba de la montaña?
Un vendaval, un huracán, un ciclón…!un tornado! Un viento muy fuerte, que soplaba sin parar, y Topa Topa, por la lana tan larga, parecía que iba a salir volando. Se agarró de la ramita de un árbol para no caerse de la montaña.
El señor Enano se había levantado temprano, porque quería comenzar el trabajo al amanecer. Entró a su corral y empezó a contar las ovejas.
Con razón anoche no pude dormir, pensó. ¡Acá me falta una!
-¡Es Topa Topa!, exclamaron las hermanas. ¿Dónde se habrá metido?
Pero en ese momento, comenzó el viento. El techo empezó a crujir, y las paredes a tambalearse. El Señor Enano salió afuera para ver qué pasaba, y su sombrero se escapó volando por el aire.
-¡Todos a casa! exclamó, ¡A esconderse! Y todos los enanos se escondieron debajo de la mesa y los hijitos debajo de las camas.
Poco después, el viento se calmó, y los enanos salieron a ver si se había caído algún árbol.
Un rayo de sol iluminó la Montaña Puntiaguda, y escucharon un eco, Acá estoy…. Acá estoy… Mírenme!
¿Qué es ese grito? ¿Acaso es Topa Topa?
Y vieron con asombro a Topa Topa, trepada al Pico de la Montaña Puntiaguda en un solo pie, como una equilibrista, porque de todo ese viento fuerte sólo había quedado el tornado misterioso arriba del pico, el viento iba por un lado y por el otro, girando, era un embudo tan fuerte que la sostenía en equilibrio, sobre el pico de la montaña tan fino como una aguja.
En ese momento, Topa Topa gritó: no quiero que me esquilen, si me esquilan, le diré al viento que vuelva, y volará sus casas.
-¡Está bien Topa, Topa, no te esquilaremos! gritó el Señor Enano.
Y al decir esto, el viento paró, y Topa Topa cayó rodando de la montaña, como una bola de nieve, hasta llegar al valle. Después de levantarse con sus patas orgullosas, se sacudió el pasto que se le había pegado en la lana, y miró a todos desafiante.
-Esta ovejita es excepcional. Desde hoy la declaro la Ovejita de la Buena Suerte, dijo el Señor Enano.
-Y no me esquilarán.
-Nunca. Solo te cortaremos de vez en cuando las puntas, para que el pelo te crezca sano.
Topa Topa se puso contenta, por eso corrió y corrió hasta darle un topetazo al señor Enano, tan fuerte, que se le cayó el sombrero.
Y así fue que Topa Topa vivió muchos muchos años, con una lana tan larga, tan larga, y tan suave que todos la llamaba Señora Topa Topa del País de los Enanos.