martes

antes de irme a la frutería

Se mueven las hojas de las plantas, y un detalantal que está colgado en el balcón y tiene una pintura de frutas se agita como una bandera. Como !parece que fue ayer que alicia nos regaló el delantal pintado a mano con frutas luego de habernos regalado cinco fundas de almohadones pintadas con flores... cada fin de año llegan esos regalos que nos da verguenza no sabemos como devolver con algo hecho a mano. Este año le hice un budin. Aquel año pasado llegó este delantal muy potable de tela blanca.

La falta de andar en bicicleta me hace olvidar cosas divertidas que me dieron risa últimamente.
Ya no andar en bici hace que algunas cosas divertidas dejen de estar. Extraño los eventos de complicidad con motoqueros, extraño reírme de las viejitas que cruzan y se enojan, las competiciones con los ciclistas que se creen como no! mejor que yo. Extraño claro, demostrar. Un ciclista, como un karateca demuestra y despliega continuamente su forma de ser, como un pavo real pluma por pluma. Estoy segura de que todo lo que transpiré estos días  en el colectivo hubiera sido lo mismo transpirarlo en bicicleta. Siempre hay viento en bicicleta. Siempre transpiras y se te seca, y se refresca el cuerpo. es muy lindo y muy salvaje sos como un animal mojado y palpitante sobre una máquina humana.
Algunos optarán por viajar en bicicleta a las fiestas de fin de año. Y Año Nuevo agarra una ciudad de ciclistas quién sabe, bajo el granizo. No estaremos ahí, pero es como si estuviéramos.

Cosas divertidas del último tiempo:
Creo que lo más divertido fue mi taller literario. Ayer fue la última clase del año y vimos a K Mansfield y su diario tan "diario íntimo". Nos reímos de Haruki Murakami y de K Mansfield. Los alumnos odiaron a Nabokov.
Cada clase parece que tengo cierta idea de qué alumnos vendrán, pero al ser verano algunos se van de vacaciones, otros se descomponene por el calor, otros llegan sin que yo supiera que vendrían, mis favoritos son por supuesto los que vienen siempre, y de esos solo puedo contar a dos.
A veces somos cuatro y solamente una persona trajo algo para leer. Yo podría estar analizando un texto cuatro horas, así que al final se pasa la hora en disquisiciones hiper subrayadas, tanto que la persona que escribe le empieza a dar verguenza. Somos como cirujanos y muchas veces me cuesta hacerme entender en lo que quiero subrayar, aparecen detalles muy pequeños que me obsesionan. A mi me encanta eso así.

Siempre me encuentro diciendo: tengo que pensar. Pensar en qué. No está nada claro. Me di cuenta de que Luchi dice lo mismo: tengo que pensar... algo se nos escapa, sin duda. Por eso no me gusta el fin de año. Siento que lo que se escapó quedará ahí para siempre, girando para siempre en 2013.

Me imagino la frutería como un espacio tropical, lleno de palmeras y hasta una escenografía ochentosa donde virus y caetano veloso están adornados por collares de plátanos. Ahí encontraré las más sabrosas variedades de verduras y frutas. No sabré bien qué hacer con ellas, pero las compraré.
Allá están los cajones repletos de colores brillantes, y todo se nos ofrece a buen precio.

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